
España tiene 497.126 empleados por cuenta propia con capacidad de contratación, 24.000 menos que hace siete años.
El número de autónomos que tienen contratados empleados a su cargo ha ido reduciéndose paulatinamente desde 2018, con un descenso del 4,7% en este periodo. En diciembre del año en que Pedro Sánchez llegó a la Moncloa había 511.907 españoles en esta situación laboral; dos años más tarde la cifra había caído por debajo del medio millón, en un contexto marcado por el parón económico de la pandemia de coronavirus y la falta de apoyo institucional y burocrático a las pymes y trabajadores por cuenta propia.
Según datos oficiales del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones a los que ha tenido acceso THE OBJECTIVE, no fue hasta abril de 2023 cuando se pudo superar de nuevo el hito del medio millón, con 505.727 autónomos con personas contratadas. Este mayor dinamismo duró poco, hasta julio del mismo año, cuando ya solo eran 497.126 los trabajadores por cuenta propia con capacidad de contratación.
La cifra proporcionada por el ministerio de Elma Saiz siguió descendiendo hasta enero de 2024, cuando se empieza a observar un repunte. La resistencia de la economía, impulsada por sectores como el turismo, motivó una mayor actividad en el mercado laboral que también se ha trasladado a los autónomos. De hecho, en abril y mayo del pasado año se superó brevemente de nuevo el medio millón, pero desde entonces ha vuelto a descender hasta situarse en 487.922 autónomos con trabajadores a cargo en octubre, el dato más reciente de la estadística.
Los datos disponibles parecen indicar una tendencia descendente a lo largo de los años. En cualquier caso, desde 2018 la economía ha perdido 24.000 autónomos con capacidad para crear empleos más allá del propio sustento que le garantiza su actividad.
¿Qué impide a los autónomos crear más empleo? Desde hace años, las principales asociaciones y patronales que agrupan a las pymes y autónomos denuncian trabas como las altas cotizaciones, la fiscalidad excesiva y el muro burocrático.
En primer lugar, los autónomos deben pagar una cuota fija mensual a la Seguridad Social, independientemente de sus ingresos, lo que limita su margen para contratar empleados. Además, se enfrentan a una carga fiscal elevada, ya que los impuestos sobre la renta y otros tributos, como el IVA, pueden ser una carga significativa, especialmente para quienes tienen ingresos bajos o variables.
Los trámites administrativos, como licencias, registros o contrataciones, son percibidos como engorrosos y costosos en tiempo y dinero para los autónomos, que además deben presentar declaraciones a Hacienda cada tres meses. Una presión burocrática que es mucho menor en otros países europeos como Reino Unido.
Otra queja recurrente es que los programas de ayudas y subvenciones para la contratación son a menudo confusos, difíciles de solicitar o insuficientes. Otro obstáculo para la creación de empleo puede ser la rigidez del mercado laboral que también genera desempleo a nivel más amplio, pero puede afectar a los autónomos en particular, porque las leyes laborales en España son poco flexibles, lo que aumenta los costes tanto laborales como de despido y, con ellos, los riesgos asociados a la contratación.
Por último, la dificultad para gestionar los despidos y las indemnizaciones elevadas desincentivan la creación de empleos estables. Unido al resto de desafíos mencionados, puede generarse un clima adverso al emprendimiento que genera miedo al fracaso empresarial y limita las nuevas contrataciones.
Fuente: Los autónomos creadores de empleo caen un 5% con Sánchez